La música y la danza apoyan a los estudiantes de diversas maneras, incluyendo el fomento de su participación y motivación, la conexión con su contexto cultural y la estructura durante el juego. La música y la danza pueden proporcionar un entorno seguro y divertido donde los estudiantes se sienten cómodos expresándose, fomentando la conciencia social y las habilidades relacionales. Si bien para algunos estudiantes con dificultades de integración sensorial la música puede ser terapéutica, es importante saber que para otros puede contribuir a una sobrecarga sensorial. Integrar el contenido del aula en la música y la danza puede favorecer la memoria a largo plazo al involucrar los procesos auditivos, las emociones y el movimiento físico, además de servir como una especie de recurso mnemotécnico. Cuando los estudiantes crean sus propias canciones y sus correspondientes pasos de baile, utilizan la creatividad, lo que los anima a reflexionar sobre cómo representar lo que están aprendiendo de una manera diferente. Es importante destacar que, si bien la música y la danza pueden fomentar la participación a través de las conexiones culturales, especialmente cuando se incluye a los estudiantes en la selección de música que les resuena, para fomentar mejor el aprendizaje y la memorización del contenido, la música y la danza deben integrarse en el propio aprendizaje, invitando a los estudiantes a reescribir las letras de canciones conocidas y a añadir movimientos de baile relacionados con los conceptos y habilidades que están aprendiendo. Existen investigaciones contradictorias sobre los beneficios, o la ausencia de ellos, de la música de fondo para la atención y el aprendizaje. Si bien se ha demostrado que tiene beneficios para la excitación, también hay evidencia que sugiere que puede distraer y perjudicar el aprendizaje.